jueves, 27 de enero de 2011

¿Por qué me Regañas? ¡Solo estoy Aprendiendo!

Si pudiésemos escuchar las conversaciones entre padres, madres y sus hijos, luego de recibir una nota de la escuela, posiblemente se repetiría una y otra vez, como los primeros tratan de convencer a los pequeños que si se portan bien y se esfuerzan en mejorar su conducta y sus estudios, lograrán algo que, falsamente sueñan, "no cometer errores".

Como resultado de ello, los niños y niñas, a medida que van creciendo ven su vida convertirse en una experiencia controlada por reglas de todo tipo, liderada por la señora “cautela”, ya que para evitar situaciones en las que puedan fallar o fracasar, vemos a niños que rechazan participar en actividades con sus compañeros de clase, vecinos o amigos; o a padres que disculpan a sus hijos, cuando se equivocan, proyectando la culpa en otros niños y evitando situaciones que creen, puedan ser conflictivas o difíciles de resolver, en lugar de preparar a sus hijos para enfrentarse a ellas.

Sin embargo, su temor, no es nuevo, ni único de los nuevos padres y madres. ¿Quién no se ha paralizado en algún momento, cuando quebró la taza preferida de mamá o se ensució su camisa blanca tras dejar caer una helado de chocolate encima mientras se comía un cono al salir de la iglesia?, cuando en realidad esas mariposas en el estómago o las manos frías, son parte de la vida!

Los errores no se pueden eliminar de la vida de nuestros hijos e hijas, ni envolverlos en una burbuja para evitar que se lastimen.

El fracaso no tiene por qué ser siempre una experiencia desagradable, al contrario, ellos encierran lecciones valiosas que aprender y cuando les arrebatamos esta posibilidad a nuestros hijos e hijas, en su lugar estamos retrasando su desarrollo emocional y social, disminuyendo su seguridad en sí mismos, y tolerancia a las frustraciones; cayendo en una sobreprotección, en lugar de ayudarlos a independizarse, precisamente por temor al qué pasará si llega a equivocarse.

No obstante, nadie ha dicho que ayudarlos a extraer herramientas de vida a partir de sus errores, sea un proceso sencillo, pero cada paso que avancemos será invaluable y cuando en un par de años, veamos a nuestros niños, ahora adolescentes o adultos, decirnos tranquilamente, “tranquila mamá, yo puedo hacerlo solo”, tendremos la confirmación de que lo han logrado y a lo largo del camino, recogieron las herramientas necesarias para no ceder a su orgullo o a su miedo, sino para convertirse en auténticos vencedores, que empezaron a formarse, en el momento que tras caerse cuando corrían, se limpiaron las rodillas del polvo o piedrillas y tras asegurase que estaban enteros, salieron corriendo de nuevo.

Licda. Ma. Gabriela Campos S.
Psicóloga Educativa | Mentes Creativas
Correo. mentescreativas@racsa.co.cr


Algunas recomendaciones a seguir:

  • Ejemplo ante todo, es muy importante que los niños y las niñas perciban que sus padres no son perfectos, que cometen errores todos los días, igual que ellos, así no sentirán la presión de no defraudarlos.

  • No ocultar los errores cometidos, los errores pueden convertirse en situaciones de juego y risas, por ejemplo, si dibujamos una casa, podemos hacer un par de líneas equivocadas para que los pequeños vean absolutamente normal, el hecho de no lograr la perfección la primera vez que se intenta. 
  • Cada esfuerzo es igual a una conquista, sin caer en el exceso de felicitarlos por cada cosa que hagan. 
  • Error, error, error…, hacer evidente cada falta cometida puede causar ansiedad, disminuir la creatividad y perder la espontaneidad de la actividad.
  • Reírse con y de los errores, ayudará al niño a relajarse, facilitando el que pueda entender que no siempre son observados o juzgados.
  • Aprender a ganar, pero también perder, una victoria fácil no será disfrutada igual que una reñida derrota tras cuyo esfuerzo sentirse orgulloso.
  • Mis expectativas, sus expectativas, muchos padres y madres proyectan sus propias expectativas en sus hijos e hijas, anulando las de los pequeños, frustrándolos aún más.
  • Comparaciones… jamás!, las comparaciones ocasionan una doble frustración, por un lado el desengaño personal por fallar y por el otro, molestia por estar debajo de mi hermano o amigo.
  • El adulto es usted, si bien debe existir un respeto y apoyo mutuo, ellos no deben asumir responsabilidades que no les corresponden, en su lugar, merecen que se les reconozca sus sentimientos sin criticarlos, escuchar no implica tener que dar una opinión o resolver los problemas de los demás.

lunes, 24 de enero de 2011

EL OFICIO DE SER PADRES

La crianza de un hijo implica dos tipos de tareas: las cotidianas y las cruciales. Las primeras se llevan a cabo de modo casi instintivo (cuidar, alimentar, vestir, asear, vigilar, etc). Las segundas requieren de un dominio especial. Mismo que la gran mayoría de quienes se embarcan en este oficio, difícilmente adquieren. Las tareas cruciales en la crianza de los hijos son formar y orientar, pero sobre todo, la tarea más importante de los padres es desarrollar afectivamente a sus hijos.

La Psicología Afectiva plantea que el desarrollo afectivo es lo central de la existencia humana. De hecho, no hay nada más importante y determinante para la vida de una persona que desarrollarse afectivamente. Así lo han comprobado cientos de investigaciones en Salud Mental Positiva, los cuales han dado cuenta de que el desarrollo afectivo es la mayor causa de felicidad, lo mismo que las incompetencias afectivas causan la mayor infelicidad.

Desarrollarse afectivamente, significa adquirir competencias afectivas Intrapersonales (Autovalorar-se, Autoconocer-se y Autoadministrar-se); Interpersonales (Valorar al Otro, Conocer al Otro e Interactuar con el Otro -Destrezas Interpersonales-) y Sociogrupales. Competencias que se convierten en las herramientas necesarias y fundamentales para interactuar de forma adecuada con la familia, los amigos, la pareja, el trabajo y consigo mismo.

Miguel De Zubiria1 –experto en Psicología Afectiva- plantea que los padres deberían ser los tutores principales del desarrollo afectivo de sus hijos. En nosotros como padres recae la mayor responsabilidad en este duro oficio de formar a las siguientes generaciones. Tarea que por lo visto, cada vez se ha vuelto más compleja y generación tras generación, los nuevos padres ejecutan de una forma inadecuada y sin el compromiso característico de nuestros antepasados.

A esto debe sumársele unas nuevas realidades: los niños crecen solos, carecen de tutores afectivos, los padres abandonan su hogar, ha aumentado el número de madres solteras, mismas que deben asumir ambos roles, incluyendo el de salir a trabajar, dejando a su prole al cuidado de terceros o en instituciones donde no se forma y escasamente se educa.
La conclusión es muy sencilla. Es buen padre quien contribuye con decisión a desarrollar afectivamente a sus hijos. No basta con ser un mero proveedor de recursos. Es necesario prepararlos para la vida real, dotarlos de herramientas que les permitan tener una mejor relación consigo mismo, con los demás y con la sociedad en general.

Por eso desarrollar afectivamente a los hijos, es la tarea crucial de los padres.

Ese es nuestro verdadero oficio. Ni más, ni menos.

Andrés Granada
Psicólogo Afectivo
Bogotá, Colombia



1 De Zubiria, Miguel “Ser Mejores Padres I: Conozco el desarrollo afectivo de mis hijos” Fundación Internacional de Pedagogía Conceptual Alberto Merani. Bogotá. 2010