viernes, 4 de febrero de 2011

RISOTERAPIA PARA PADRES E HIJ@S


A medida que los hijos crecen y abandonan la niñez frecuentemente a los adultos nos resulta más difícil encontrar formas de seguir divirtiéndonos con ellos de una manera vivencial y lúdica.

Sin embargo jugar es necesario a cualquier edad. El juego es una actividad creadora y regeneradora, un instrumento de aprendizaje de primer orden para la vida. Jugando aprendimos a dar los primeros pasos, a pronunciar las primeras palabras, a establecer las primeras relaciones con nuestros semejantes...entonces ¿por qué no seguir aprendiendo a través del juego?

Las sesiones de risoterapia son un contexto ideal para desarrollar e integrar nuevas opciones para la vida, para acercarnos al otro y a nosotr@s mismos, para aceptarnos y aceptar a los demás. Además, si la risa y el juego se comparten con nuestros seres queridos resultará mucho más fácil llevar estas vivencias a nuestro núcleo familiar.

La risoterapia nos ayuda a desarrollar la cooperación y la resolución de conflictos, a integrar la afectividad y el contacto de una manera sana, a potenciar la tolerancia, el respeto y el entendimiento. Además, a través de la risa desbloqueamos tensiones, nos equilibramos emocionalmente y nos sentimos más libres para compartir nuestros sentimientos aumentando así la confianza en nuestro núcleo familiar. ¡y también es genial encontrar juntos los huesos y escondites de la RISA!

Nos viene a la memoria un cuento que nos contaron hace poco: estaba un científico en su laboratorio, ocupado en mediciones y complicados cálculos matemáticos cuando su hijo pequeño entró jugueteando con un avión de madera interfiriendo en su delicada labor. El pequeño quería jugar y su padre, para tenerlo entretenido durante un rato bien largo, le planteó el siguiente juego: rompió en mil pedazos un gran mapamundi y le propuso al niño el reto de recomponerlo como si de un puzzle se tratase. Una vez que lo vio entretenido volvió tranquilo a sus quehaceres seguro de que no sería interrumpido en mucho tiempo. No había transcurrido ni media hora cuando el niño apareció en el laboratorio de nuevo y tirando repetidas veces del bolsillo de su chaqueta gritó contento “¡ya está, ven a verlo!”. El científico tras verificar que el mapa estaba perfectamente completado le preguntó asombrado “¿cómo has conseguido arreglar tan rápido el mundo?”. El niño, sonriendo inocente, contesto: “fácil, vi que en la otra cara del papel había dibujado un hombre, así que al arreglar el hombre me di cuenta de que también había arreglado el mundo”.

IRENE FERNÁNDEZ MEGINA
PABLO CORDAL ELVIRO
Escuela de Risoterapia Jugar y Crecer (Madrid)

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